Chapultepec: La calzada de los poetas
En el Bosque de Chapultepec y cerca del lago hay
una calzada en que se levantan monumentos de
bronce a los poetas mexicanos.
Guía de la Ciudad de México
Acaso más durable
que sus versos el bronce
y nadie alza los ojos para mirarlos.
Aquí en el bosque sagrado,
cerca del lago y la fuente,
enmedio de los árboles que se mueren de sed,
por fin se encuentran en paz.
La hojarasca de otoño les devuelve en la tarde
palabras que dejaron sin saber para quién ni cuándo.
Y perduran en bronce porque escribieron.
(No para estar en bronce escribieron.)
Extraña sensación esta vida inmóvil
que sólo se reanima cuando alguien los lee.
¿Qué leemos
cuando leemos?
¿Qué invocamos
al decirnos por dentro lo que está escrito por ellos
en otro tiempo, incapaz
de imaginar el mundo como es ahora?
Algo muy diferente sin duda alguna.
Se gastan las palabras, cambia el sentido.
Aquí bajo el sol, la lluvia, el polvo, el esmog, la noche
yacen los prisioneros de las palabras.
y nadie alza los ojos para mirarlos.
Aquí en el bosque sagrado,
cerca del lago y la fuente,
enmedio de los árboles que se mueren de sed,
por fin se encuentran en paz.
La hojarasca de otoño les devuelve en la tarde
palabras que dejaron sin saber para quién ni cuándo.
Y perduran en bronce porque escribieron.
(No para estar en bronce escribieron.)
Extraña sensación esta vida inmóvil
que sólo se reanima cuando alguien los lee.
¿Qué leemos
cuando leemos?
¿Qué invocamos
al decirnos por dentro lo que está escrito por ellos
en otro tiempo, incapaz
de imaginar el mundo como es ahora?
Algo muy diferente sin duda alguna.
Se gastan las palabras, cambia el sentido.
Aquí bajo el sol, la lluvia, el polvo, el esmog, la noche
yacen los prisioneros de las palabras.
Tarde o temprano: Poemas 1958-2000. 3ra ed. revisada, corregida, y aumentada. México: FCE, 2000. (436).
El futuro pretérito
(Nuevos poetas, 1925)
En la ciudad hay temor. Estallan bombas.
Dejan por todas partes un reguero de muerte
y de mutilaciones.
En cada esquina se produce un asalto.
Grupos innominados
asesinan a alguien por lo que hizo o no hizo.
Arde una guerra que no encuentra nombre.
Unos contra otros, todos contra todos.
Reina el dinero que no vale nada.
Sin embargo la vida continúa.
Se habla mal de la gente,
se hacen reuniones
y se forman parejas.
Se maquina un futuro
que no será como lo imaginamos.
El extranjero dale del hotel.
Va por la calle entre los asaltantes,
los mendigos ubicuos,
los cambistas de dólares.
Llega a una librería de otro tiempo, otro mundo.
Aquí es donde terminan los orgullos.
Cementerio de libros,
posteridad promiscua en que conviven
La guía del buen cristiano y La función del orgasmo.
Entre tanta hoja muerta que amarillea quebradiza
surge un libro con manchas sepulcrales
--pero que nadie ha abierto.
Estremece pensarlo: nadie ha abierto
Nuevos poetas
y han pasado casi ochenta años.
Esos Nuevos poetas
deben de estar hace ya tiempo muertos.
Bajo hontanares de polvo,
cordilleras de tomos que ya nadie
volverá a leer nunca,
papel marchito por el mismo tiempo
que antes de cancelarlo
lo hizo semilla, árbol, madera, pulpa,
hoja en blanco
y novedad que un día olió a tinta fresca,
lo esperaba una ruina intacta.
¿En dónde habrá aguardado tantos años el libro
al impensable que vendrá a su encuentro
cuando el mismo
se halla mucho más cerca de todo esto
que del milenio ajeno amenazante?
Compra Nuevos poetas
y regresa al hotel y abre sus páginas.
Lee la polémica
que estremeció las letras nacionales
a mitad de los años veinte.
No se la explica:
a la vuelta de casi un siglo
todos escriben de manera idéntica.
Lo que más la conmueve
es que los polemistas se confíen
a un porvenir que hoy ya se hundió en el pasado.
Se ha convertido en tiempo inconjugable:
el futúro pretérito.
De los Nuevos poetas de este libro
no quedó un solo nombre, un solo verso.
El extranjero ve su porvenir
bajo esta cripta hecha polvo.
Tarde o temprano: Poemas 1958-2000. 3ra ed. revisada, corregida, y aumentada. México: FCE, 2000. (551-53).